Según un estudio en campo elaborado por AVA-ASAJA, la incidencia de las enfermedades fúngicas provocará unas importantes pérdidas en los arrozales valencianos, sobre todo en la variedad bomba. Los agricultores, además, ya no disponen del triciclazol, la sustancia activa más eficaz contra Pyricularia oryzae, el hongo más dañino en la zona.

En concreto, el estudio de la Asociación Valenciana de Agricultores calcula que las mermas oscilarán entre el 10% y el 50% en las explotaciones de arroz bomba situadas en el Parque Natural de L’Albufera, mientras que ese porcentaje alcanzará hasta el 80% en las parcelas del Marjal de Pego-Oliva, donde esta variedad abarca prácticamente toda la superficie arrocera, lo que supondría unas pérdidas estimadas totales de un millón y medio de euros. El grado de afección es menor en las otras variedades de arroz cultivadas en la provincia, menos sensibles a los ataques de hongos.

La organización agraria atribuye la intensidad de las enfermedades fúngicas a la persistencia durante buena parte del verano de unas condiciones climáticas excepcionalmente proclives: noches con temperaturas en torno a los 25o C grados y con más del 80% de humedad. La germinación del cultivo tuvo además un desarrollo óptimo a inicios de la temporada, mejor que otros años, y esa mayor frondosidad ha favorecido que el rocío afectara a la espiga durante más horas de la mañana.

La enfermedad fúngica más dañina en la zona es la piricularia, presente en la Comunidad Valenciana de manera endémica. No obstante, este año los arroceros también constatan ataques generalizados de la helmintosporiosis, también llamada ‘moscat’ (moteado), que provoca manchas negras en las cáscaras de arroz y, en función de la intensidad, puede dejar el grano sin valor comercial.

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