Durante los últimos meses, hemos advertido nuevos ejemplos de prejuicios contra el empleo autorizado de herbicidas cuya seguridad ha sido avalada por las evaluaciones científicas vigentes en la Unión Europea. Un caso notable es el presidente de la República Francesa, que -quizás con la intención de buscar una batalla política fácil- ha declarado su intención de prohibir en Francia antes de tres años la aplicación de herbicidas con glifosato. Otro caso es un documento de 16 páginas editado por la Comisión Europea sobre el manejo eficiente del suelo considerando el futuro de la PAC; en esta publicación se describen las amenazas que se ciernen sobre el suelo en los diferentes países y las posibles prácticas culturales para mejorar su sostenibilidad, pero aunque se describen algunos tipos de laboreo, no he podido encontrar en el texto ni una sola vez la palabra herbicida, cuyo uso es prácticamente imprescindible si queremos frenar el cambio climático dejando que los restos vegetales cubran la superficie del suelo (agricultura de conservación).

Mejorar la percepción no ocurre espontáneamente, como bien saben los responsables de marketing, y un ejemplo es el caso de la agricultura ecológica en la UE, gracias al uso de recursos públicos en mayor proporción que la que representa su grado de adopción por los agricultores. Recursos como el apoyo a las ferias biocultura y otros con aparente inocencia, como muchos de los testimonios emitidos por la televisión pública –RTVE- en días laborables, justo antes de las noticias de las 21h. 

Los que hemos crecido en un entorno agrario podemos pensar que es superflua cualquier explicación sobre los beneficios de los fitosanitarios que ayudan a controlar las malezas, pues a mediados del siglo pasado su escarda mecánica o manual era una de las tareas más penosas en las que colaboraban niños, padres y abuelos si estaban disponibles. Hoy no es el caso –afortunadamente-, por lo que en las conversaciones entre los que estamos relacionados con la agricultura y aquellos que solo la perciben como consumidores, conviene recordar importantes diferencias de perspectiva.

En cualquier caso, y para una mayor eficacia, conviene que los mensajes sean directos, consistentes y visuales, basados en datos científicamente comprobados, con empatía y proximidad respecto a los peligros más cercanos que pueden representar las malezas descontroladas.

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