Dittrichia viscosa es el nombre botánico de esta planta, perteneciente a la familia Asteraceae, que tiene hojas lanceoladas, sentadas y pobladas de pelillos glandulosos que segregan una especie de resina viscosa, que le da su carácter pegajoso.

D. viscosa hasta hace pocos años se la citaba como Inula viscosa. Este nuevo nombre del género se puso en honor del botánico alemán Manfred Dittrich (1934). Su segundo nombre hace clara referencia a la cualidad de sus hojas de poseer cierta viscosidad. Otros nombres de esta planta son altabaca, tárraga, matamoscas, mosquera, olivarda, matapulga…  y hablan de la importancia de sus propiedades tóxicas, en los usos tradicionales, para la eliminación de insectos y otros parásitos.

Nativa del Mediterráneo, también está distribuida por Canarias, Europa central y septentrional y casi siempre se encuentra asociada a hábitats ruderales de cunetas y terrenos baldíos. Su dominancia sobre otras especies es favorecida por la toxicidad de sus hojas, que suelen ser rechazadas por el ganado. Además, las sustancias que segregan son capaces de inhibir la germinación de las plantas colindantes, eliminando en buena medida a sus competidores. En caso de incendio, un alto porcentaje de sus semillas, recubiertas de una dura cubierta, conservan la capacidad de germinar. También son capaces de soportar altas condiciones de xericidad y escasez de nutrientes.

En septiembre florece de forma espectacular, en numerosos capítulos de flores amarillas. La floración de D. viscosa se alarga durante octubre, hasta primeros de noviembre, aunque en sitios cálidos se puede prolongar hasta finales de diciembre. En invierno muere la parte alta de sus tallos, la planta se mantiene seca y caen gran parte de sus hojas, por lo cual se considera una mata semicaducifolia.

El retraso en la época de floración le otorga a D. viscosa una gran importancia, ya que durante estas fechas de fríos otoñales es de las pocas especies con flores llamativas, lo que las convierten en objetivos atrayente de numerosos insectos depredadores y polinizadores que requieren de sus pólenes y néctares para pasar el invierno. Tras las flores surgen las semillas, que disponen de un vilano como sistema de dispersión por flotación aérea. Esto les permite recorrer grandes distancias y salir de su ámbito natural mediterráneo, llegando incluso hasta el continente australiano, donde se comporta como invasora.

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