Desde 2011, Drosophila suzukii produce daños de consideración en fresa y en cereza, y severos en pequeños frutos como frambuesas, moras o arándanos. Su gran capacidad para atacar a las frutas maduras, el amplio rango de hospedadores de esta plaga y el hecho de que existen muy pocas materias químicas activas disponibles que tengan un plazo de seguridad lo suficientemente corto para poder aplicarse los días próximos a la recolección hace necesario aplicar estrategias de manejo no químicas para su control.

Biondi repasó el origen de Drosophila suzukii y su rápida expansión por todo el mundo -“muy determinada por la actividad humana”- desde Asia oriental, explicó las principales características de esta plaga y las distintas posibilidades de control biológico, con hongos entomopatógeno (Metarhizium anisopliae y Entomophthora muscae), nematodos, insectos depredadores, así como el control biológico aumentativo, con la suelta de su enemigo natural Trichopria drosophilae, el control biotecnológico (uso de atrayentes, trampas y mallas antiinsectos) y otras prácticas agronómicas como no retrasar el momento de recolección y destruir los frutos dañados, algo que “no siempre hacen los agricultores”.

Pero Biondi se centró, principalmente, en los proyectos de investigación centrados en el control biológico clásico mediante la introducción de parasitoides nativos para reducir las poblaciones de D. suzukii en las regiones invadidas. El entomólogo italiano ha colaborado con investigadores de California y Suiza que han realizado exploraciones científicas en China, Japón y Corea del Sur para estudiar los parasitoides de D. suzukii y otros drosofílidos que habitan en las frutas en Asia.

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