Desde hace más de cien años, los cítricos españoles han sido un laboratorio de experimentación de ensayos de control biológico orientados a la reducción de poblaciones de insectos y ácaros plaga (Jacas y Urbaneja, 2010). Los cítricos son, también, idóneos para experimentar técnicas de control biológico por conservación, en aquellos casos en que enemigos naturales nativos sean capaces de controlar plagas clave. Esto ocurre con los ácaros tetraníquidos, que centraron la atención de técnicos e investigadores a partir de 1981, año en que se detectó la presencia del primer ácaro invasor, Panonychus citri. Desde entonces, se han realizado muchos esfuerzos para comprender el comportamiento de los ácaros fitófagos y de sus principales depredadores, los ácaros fitoseidos, y proponer medidas para hacer compatible el uso de plaguicidas con la acción de los enemigos naturales. En nuestros cítricos el enemigo natural clave de los tetraníquidos es el fitoseido Euseius stipulatus. Con sus ventajas e inconvenientes, este depredador condiciona el control biológico de tetraníquidos en cítricos.  Su eficacia ha permitido reducir las aplicaciones acaricidas contra algunas plagas, pero su presencia puede considerarse, también, conflictiva, al interferir con el control biológico de la araña roja Tetranychus urticae.

Los primeros estudios sobre la composición de la fauna de ácaros en el cultivo pusieron de manifiesto la existencia de abundantes depredadores, entre los que destacan los ácaros fitoseidos, frecuentes y abundantes siempre que no se empleen plaguicidas tóxicos. En los cítricos españoles, el fitoseido predominante es Euseius stipulatus (Athias-Henriot), cuyas poblaciones constituyen entre el 75% y el 95% del total de fitoseidos (Ferragut y col., 1988). La dominancia de este fitoseido se debe a su comportamiento alimenticio y a su agresividad frente a otras especies de fitoseidos y este comportamiento es la clave para comprender las ventajas y limitaciones del control biológico de ácaros en el cultivo. Es omnívoro y puede desarrollarse y crecer poblacionalmente comiendo ácaros tetraníquidos, otros ácaros, pequeños insectos y alimentos de origen vegetal, como el polen de algunas plantas. Otros alimentos, como la melaza de insectos homópteros o el contenido de las hojas, pueden proporcionar nutrientes extra que permitan su supervivencia o mejoren su capacidad depredadora.

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