El ácaro del broceado del tomate –vasates- es uno de los principales problemas fitosanitarios en el cultivo de tomate en España. Este ácaro microscópico prolifera de forma exponencial en condiciones de alta temperatura y baja humedad, llegando a realizar, en condiciones óptimas, un ciclo completo en siete días. Los síntomas sobre el cultivo- manchas difusas que evolucionan a un aspecto herrumbroso y desecación del tejido- se observan cuando las poblaciones ya son muy altas.  Un ataque severo afecta notablemente el rendimiento del cultivo. La inexistencia de sistemas de control biológicos eficaces y, al mismo tiempo, la reducción en el número de herramientas químicas para su control hace que su manejo requiera una estrategia mixta que optimice el uso de los productos disponibles asociado a unas buenas prácticas agronómicas. El desarrollo de Movento 150 O-TEQ para el control del ácaro del bronceado del tomate, conjuntamente con la incorporación de nuevos productos (Requiem Prime y Flipper) de modos de acción UN (‘modo de acción desconocido o incierto’)  son las aportaciones de Bayer para una gestión más sostenible de esta plaga.

El ácaro del bronceado o vasates (Aculops lycopersici Tryon, 1917) es un pequeño ácaro alargado cuyos adultos, de no mucho más de 0,15 mm de longitud, son imperceptibles a simple vista, y es necesario el uso lentes de aumento, de como mínimo x60 aumentos, para poderlo detectar.  Además de su proliferación en el cultivo del tomate, en el que se convierte en plaga, también puede multiplicarse en otras plantas, fundamentalmente solanáceas cultivadas (berenjena, patata, …) o espontáneas (datura, tomatitos,). Fuera de esta familia botánica también está citada su presencia en correhuela y mora.

Tiene una capacidad de multiplicación muy rápida en condiciones óptimas. Por su pequeño tamaño y las dimensiones de sus estiletes, solo es capaz de alimentarse de las células superficiales, siendo necesarias la presencia de poblaciones altas para que se observen daños de forma evidente en el cultivo (suelen haberse sucedido varias generaciones). Normalmente se observa un crecimiento de los daños desde las partes bajas de la planta (donde las poblaciones llevan más tiempo presentes) hacia arriba. La no presencia de síntomas no implica que no exista una presencia significativa del ácaro.

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