Durante los últimos años, es frecuente encontrar en los medios de comunicación noticias relacionadas con los riesgos que amenazan la inocuidad de los alimentos. Es una constante que afecta directamente al grado de preocupación del consumidor por la seguridad de los productos que forman parte de la cadena alimentaria.

La legislación alimentaria debe ser entendida como una herramienta eficaz para gestionar todos los riesgos potenciales asociados con nuestra alimentación. En el año 2002 ya se establecieron los Principios Generales de la Legislación Alimentaria, se fijaron los principios de análisis de riesgo en relación con los alimentos, y  los mecanismos para la evaluación científica y técnica que se llevan a cabo por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). La UE ha estado a la vanguardia del desarrollo de los principios del análisis de riesgo y su posterior aceptación internacional. Los tres componentes interrelacionados del análisis de riesgo (evaluación, gestión y comunicación) constituyen la base de la legislación alimentaria.

De estos tres componentes, el más novedoso es precisamente el último, la comunicación del riesgo; cómo realizar un intercambio interactivo entre todas las partes implicadas en el proceso y, sobre todo, cómo explicar los resultados de la determinación del riesgo y los motivos tras las decisiones de gestión, teniendo en cuenta además que internet y las redes sociales (incluido mensajería instantánea) son la primera fuente de acceso a las noticias. Nunca antes habíamos tenido tanto acceso a la información y al mismo tiempo nunca habíamos estado tan desinformados.

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