El 24 de septiembre de 1981 se fundó en Madrid la Sociedad Española de Fitopatología. Una efeméride que la SEF acaba de celebrar a la espera de otro aniversario redondo, el XX Congreso de la de la Sociedad Española de Fitopatología, que tendrá lugar del 24 al 26 de octubre de 2022 en Valencia. El Dr. Vicente Pallás, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), director del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP) y, desde 2017, presidente de la SEF, habla sobre la evolución de esta sociedad científica y los retos globales de la fitopatología.

¿Cuáles han sido los principales cambios de la fitopatología en estas cuatro décadas?
Como cualquier otra disciplina de la ciencia, la fitopatología ha ido evolucionado en función de los progresos metodológicos que se han ido produciendo en estos últimos cuarenta años. La fundación de la SEF coincide con una transición de una fitopatología más descriptiva y observacional a una fitopatología más experimental, en la que la biología molecular va a tomar el relevo de la fisiología y/o bioquímica. De hecho, en la década de los 80 la mayoría de los Departamentos de Patología Vegetal en los EE UU incorporaron biólogos moleculares, genetistas moleculares, bioestadísticos etc, para revitalizar las distintas aproximaciones en esta disciplina. Baste recordar que los primeros estudios en los que se aplica la genética reversa para correlacionar estructura y función en fitopatógenos datan de 1984, precisamente con un virus de RNA que afecta al bromo, una gramínea invasiva.
Durante estos 40 años de existencia de la Sociedad Española de Fitopatología que ahora celebramos han sido muchas las mejoras tecnológicas que la fitopatología ha incorporado o ha ayudado a desarrollar y que en ambos casos han condicionado la manera de afrontar los problemas fitopatológicos. Entre ellas me gustaría destacar cuatro: el descubrimiento de la ‘reacción en cadena de polimerasa’ (PCR) y su decisiva influencia en el campo del fitodiagnóstico, el descubrimiento de la proteína verde fluorescente (GFP) y su aplicación al estudio de la biología celular de la interacción planta-patógeno, la incorporación de las tecnologías ‘ómicas’ en la fitopatología en general y el reciente descubrimiento de la tecnología CRISPR, que sin duda va a revolucionar las estrategias de control de las plagas y enfermedades de los principales cultivos.

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