Desde el pasado 20 de febrero Europa tiene en su interior un conflicto bélico que de forma directa influye sobre la Unión Europea en aspectos socioeconómicos y políticos muy relevantes. Sólo nos centraremos en el ámbito agroalimentario, dado lo basto y complejo del conflicto y sus consecuencias. Ya estábamos en un escenario de elevados precios de las materias primas y la energía que no hace más que agravarse con esta situación. Además, está en desarrollo la nueva Planificación de la Política Agraria Comunitaria (PAC) para el periodo 2023-2027, tanto a nivel europeo como en su traslado a nivel nacional.


En este contexto cobra mucho sentido que los organismos de planificación agraria y alimentaria reflexionen sobre la nueva PAC en el escenario bélico existente. Existen voces e incluso gobiernos, como el italiano, que han solicitado que la nueva PAC prorrogue temporalmente su entrada en vigor y que se abra una profunda reflexión al respecto. La guerra en Ucrania, no ha hecho sino exacerbar problemas preexistentes y ante posibles nuevos escenarios geopolíticos, se corre el riesgo de poner en peligro nuestra seguridad alimentaria.
Ucrania es uno de los principales exportadores de trigo, maíz, torta de girasol, harina y aceite de girasol, así que brusca disminución de ventas al exterior tiene como consecuencia el aumento de los precios para la alimentación del ganado; como dato concreto, Rusia y Ucrania representan el 30 % de las exportaciones globales de trigo.

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