El control biológico entendido en su sentido más amplio, incluyendo la resistencia genética del huésped, ha sido escasamente utilizado, al menos conscientemente, como medida de control de las enfermedades del olivar. En las últimas décadas, se han producido notables avances en el conocimiento de la susceptibilidad o resistencia de cultivares y genotipos procedentes de programas de mejora y la posibilidad de su aplicación para el control de las principales enfermedades del olivar. Sin embargo, el control biológico, en su sentido estricto basado en la utilización de microorganismos o productos naturales para reducir el inóculo del patógeno o la enfermedad, ha sido prácticamente inexplorado, con la excepción de la verticilosis debido a la carencia de fungicidas efectivos para el control de esta enfermedad. La necesidad de hacer un uso sostenible de los productos fitosanitarios está limitando la disponibilidad de fungicidas y, al mismo tiempo, impulsando la búsqueda de soluciones biológicas alternativas. En este trabajo, se revisa el estado actual y perspectivas futuras del control biológico en sentido amplio, incluyendo la resistencia genética, de las principales enfermedades del olivar, con especial énfasis en las investigaciones propias y evaluaciones de productos realizadas en el Servicio de Diagnóstico y Análisis Fitopatológicos (SeDAF) del grupo de investigación Patología Agroforestal (AGR-216) de la Universidad de Córdoba (UCO).

 El olivar es afectado por numerosas enfermedades que constituyen un factor limitante de la producción y calidad de la cosecha, pudiendo originar un debilitamiento general o incluso la muerte de los árboles (Trapero y col., 2017b). A las enfermedades tradicionales, como repilo (Venturia oleaginea), emplomado (Pseudocercospora cladosporioides), antracnosis (Colletotrichum spp.) o tuberculosis (Pseudomonas savastanoi pv. savastanoi), se han sumado algunas enfermedades nuevas, u otras ya existentes pero que han adquirido mayor relevancia en la actualidad, las cuales se consideran como emergentes (Trapero y col., 2017a). Entre ellas destacan dos enfermedades vasculares, la verticilosis causada por Verticillium dahliae y la marchitez bacteriana debida a Xylella fastidiosa. Otras enfermedades emergentes están asociadas con la intensificación y mecanización del cultivo, especialmente con el aumento de heridas en ramas y hojas asociado con la recolección, tal es el caso de la lepra (Phlyctema vagabunda), los chancros de ramas (Neofusicoccum spp.), o incluso la antracnosis y la tuberculosis, que han pasado a ser un factor limitante de primera magnitud en las plantaciones en seto.

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