Con un perfecto control de las plagas y enfermedades por nuestros técnicos en campo, unido a las recomendaciones generales que planteamos en este artículo, en DCOOP hemos conseguido, en primer lugar, mantener nuestros aceites con residuo cero; en segundo lugar, reducir el uso general de plaguicidas entre nuestros socios a los estrictamente imprescindibles, beneficiando así al medio ambiente, la biodiversidad y, por lo tanto, siendo más sostenibles; y, por último, mejorar la cuenta de resultados de la explotación del agricultor.

El consumidor es cada día más exigente, a la hora de llenar su carro de la compra. Exige productos de calidad, productos que se hayan obtenidos por medios que respeten el medio ambiente, pero sobre todo exige seguridad, productos libres de residuos plaguicidas.
Para ello, La Unión Europea ha armonizado unos límites máximos de residuos (LMR) para todos los productos agrícolas, de consenso y respeto en todos los países miembros.
A pesar de estos LMR, las condiciones en las ventas las pone el comprador. Y hoy día, el comprador exige residuo cero, porque quiere ofrecerles a sus clientes finales lo que más valoran: seguridad alimentaria.
Por otro lado, el uso de plaguicidas es imprescindible para nuestros agricultores. Para ser competitivos en un mercado donde, las exigencias legislativas europeas, el incremento de costes y un clima cada vez más contrario, no nos permiten competir con el resto del mundo en igualdad de condiciones.
Por tanto, para garantizar aceites con residuo cero y a su vez poder usar plaguicidas cuando realmente son necesarios, debemos tener un perfecto conocimiento de estos. Saber cómo se comportan en la aceituna, qué factores influyen en su degradación y cuáles de ellos, tienen características que les hagan poco liposolubles.

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