Hasta hace pocos años, el cultivo del mango en España estaba caracterizado por una baja incidencia de plagas y enfermedades, así como por una mínima aplicación de productos fitosanitarios, lo que permitía acceder a los exigentes mercados de destino con una fruta de alta calidad producida de forma sostenible. Sin embargo, durante la última década estamos asistiendo a la aparición y establecimiento de numerosos organismos exóticos que pueden poner en riesgo la sostenibilidad y rentabilidad de este cultivo menor, y cuyo control químico es complicado debido a la baja eficacia de las pocas materias activas autorizadas. Ante esta situación se está poniendo especial énfasis en el desarrollo e implementación de métodos alternativos de control para las principales plagas y enfermedades. Entre ellos, el control biológico por conservación está recibiendo un impulso considerable ya que está destinado a ser un pilar fundamental en la gestión integrada de plagas del mango, tanto por el bajo coste que tiene para el productor como por los grandes beneficios que conlleva.

El cultivo del mango (Mangifera indica L.), introducido en España en los años setenta, ha experimentado un fuerte desarrollo comercial en los últimos veinte años convirtiéndose, tras el aguacate, en el cultivo subtropical más importante de nuestro país con una superficie regular aproximada de unas 5.300 ha y una producción anual que ronda las 37.500 toneladas (MAPA, 2022). La mayor parte de la superficie de mango se localiza en Andalucía (4.800 ha), concentrándose el 90% de la producción en la costa de Málaga y el resto en Granada (Junta de Andalucía, 2022). Este incremento se ha debido principalmente a la gran demanda de esta fruta subtropical por los consumidores europeos gracias a su delicioso sabor y elevado valor nutritivo (Hermoso y col., 2018). La producción del mango andaluz se concentra en un corto periodo de tiempo, comprendido entre final de agosto e inicio de diciembre, por lo que son comunes las importaciones y exportaciones de fruta extracomunitaria para atender la demanda en las épocas no productivas. La mayoría de la producción está orientada al consumo en fresco y a la exportación a distintos mercados europeos (Portugal, Francia y Alemania), donde el mango español es muy apreciado por su cercanía y excelente calidad organoléptica y nutricional frente a los importados de terceros países (Junta de Andalucía, 2022). Este tipo de producción requiere unos estándares de calidad elevados, tanto organolépticos como estéticos, que condicionan y dificultan la gestión de las principales plagas y enfermedades que afectan al cultivo.

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