Los últimos decenios han exigido de la agricultura en general y de la sanidad vegetal en particular una respuesta constante a los retos que la creciente necesidad de aumentar la productividad y la sostenibilidad han planteado. Y todo ello en un sector agroalimentario que ha ido cambiando (i) con las transformaciones sociales y políticas en todo el mundo, (ii) con las propiciadas por el cambio global y en particular el climático, (iii) con el creciente número de especies de plagas, enfermedades y malas hierbas exóticas, (iv) con la puesta en servicio de tecnologías clave para la protección integrada de cultivos y masas forestales y, no de menor importancia, (v) con el desarrollo de ciencias que han permitido el análisis y crítica de las viejas técnicas de gestión de agroecosistemas con finalidades de protección fitosanitaria.

En el presente artículo pretendemos esbozar algunos de esos cambios registrados en la sanidad del maíz que hemos podido observar y seguir a lo largo de esos últimos 35 años, un periodo que coincide con la vida de nuestra querida revista Phytoma, una herramienta imprescindible en la necesaria divulgación científica y tecnológica de la Sanidad Vegetal en el país. Nos hemos centrado en los cambios de especies de plagas, enfermedades y malas hierbas en ese cultivo, así como en la emergencia y ocaso de las principales técnicas de control. Lógicamente, nuestros datos y opiniones están influidos por el lugar en donde trabajamos, que es el nordeste peninsular, una de las principales zonas de cultivo de maíz del sudoeste europeo.

La superficie total de maíz en España se ha mantenido relativamente estable en esos años rozando, sin alcanzarlo, el medio millón de hectáreas, la mayor parte dedicada a la producción de grano seguida de la producción forrajera y, a mucha distancia, de la dedicada a la alimentación humana y producción de almidón, aceite y biocombustible. La mayor parte se cultiva en los sistemas de regadío en las cuencas de los principales ríos de la península ibérica y en las zonas húmedas de influencia atlántica en donde se concentra la producción para forraje. Los mayores cambios en el cultivo de maíz en el periodo de tiempo analizado se han centrado en las prácticas culturales y en las rotaciones. Tradicionalmente, el maíz se ha cultivado como cultivo principal y cuya siembra se venía realizando de marzo a mayo y su cosecha alrededor de octubre. Sin embargo, la necesidad de diversificación económica y también ambiental para un mejor uso de los recursos hídricos ha llevado en los últimos años a escenarios mucho más variados con la diversificación de la época de siembra (desde marzo a principios de julio) y de recolección (desde finales de agosto a diciembre), un fenómeno facilitado también por el cambio climático.

Comprar Revista Phytoma 349 – Mayo 2023Comprar Revista Phytoma 349 – Mayo 2023