En las últimas décadas, el uso de semioquímicos y feromonas para el control de plagas se ha incrementado continuamente, especialmente mediante el uso de técnicas de seguimiento, captura masiva y confusión sexual. Al aumento de la superficie tratada con estos sistemas para el control de las plagas, se añade la identificación de nuevas feromonas y su uso para otros órdenes de insectos, el desarrollo de nuevos métodos de lucha basados en feromonas y el perfeccionamiento de la tecnología de difusores y formulaciones para su aplicación. Las nuevas aplicaciones de los semioquímicos y feromonas incluyen métodos de control basados en intervenir sobre la comunicación en las conexiones tritróficas entre plantas, fitófagos y depredadores, y en sistemas del tipo push and pull, donde una combinación de los efectos atrayentes y repelentes de los semioquímicos con la biología y características de las plantas y los enemigos naturales permite diseñar métodos de control mucho más sostenibles. Además del desarrollo tecnológico que se ha producido con las feromonas, su uso se ha visto impulsado por las buenas características toxicológicas, de especificidad y de actividad a baja concentración que poseen y la política de conservación medioambiental que viene marcada por el Green Deal europeo y la consecuente retirada de insecticidas generalistas.

Las feromonas, y los semiquímicos en general, son sustancias que utilizan las especies para comunicarse e interactuar con el medio en el que se desarrollan. Su conocimiento y aplicación permite modificar el comportamiento de dichas especies y por lo tanto posibilita el desarrollo de métodos para el control de plagas.

La demostración de la existencia de dichos compuestos se conoce desde principios de siglo XX, pero no fue hasta los años 50 en que se identificó la primera feromona del gusano de la seda (Bombyx mori L.). Butenandt y col. (1959) purificaron 5,3 mg de bombykol a partir de 313.000 hembras de B. mori. Tal y como acuñaron Karlson y Luscher (1959), el termino feromona se utilizó para identificar sustancias emitidas por un individuo de una determinada especie que es recibido por un individuo de su misma especie provocando una respuesta en el individuo receptor. Desde entonces y hasta la actualidad, se han identificado más de 9.200 compuestos semioquímicos, de los cuales podríamos destacar 1.700 sustancias que actúan como feromonas sexuales, 450 como feromonas de agregación y 350 como kairomonas (El-Sayed y col., 2023). Dentro de las feromonas sexuales, se han identificado más de 600 feromonas de lepidópteros (Petkevicius y col., 2020), aunque también se han identificado feromonas de otros órdenes de insectos como los coleópteros, himenópteros, isópteros, dípteros o hemípteros (Fletcher y Bellas, 2019). En general, en los coleópteros las sustancias más identificadas son feromonas de agregación (Bandeira y col., 2021), mientras que en los hemípteros y dípteros hay más variedad en cuanto a la función de las feromonas descritas.

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