Este mes hemos conocido un proyecto de Real decreto cuya finalidad es establecer los campos de conocimiento y especialidades propias de la Universidad española. Sorprendentemente, en su contenido no hay ninguna referencia a la Sanidad vegetal, lo que evidencia el desinterés que muestra por ella el gobierno de España, una noticia que, por sus consecuencias, se parece bastante al tsunami que se ha producido hace poco en el Pacífico, aunque si repasamos las oticias referidas a la Sanidad vegetal universal en la segunda mitad del siglo XX comprobaremos que es ahí donde está su origen, precisamente cuando Rachel Carson publicó Silent spring.
Por aquel tiempo se empezaban a constatar los primeros resultados contra el hambre en el undo derivados de la Revolución verde. Uno de los factores más influyentes en aquellas mejoras fue la aplicación de insecticidas clorados, el primero de los cuales (DDT) manifestó indeseables efectos secundarios que fueron denunciados por Carson en su libro, denuncias que sembraron una extraordinaria alarma en la población. Precisamente, de aquellos miedos surgieron los primeros grupos ecologistas –en Suiza: WWF; en Canadá: Greenpeace; en España: ADENA, etc–.
