Los depredadores generalistas del género Orius son ampliamente utilizados en programas de control biológico de trips, sobre todo en invernaderos. Aunque las especies comercializadas de Orius son muy efectivas contra plagas florales, como Frankliniella occidentalis, su impacto sobre plagas foliares es relativamente limitado. Además, su establecimiento en cultivos ornamentales es problemático, lo que ha llevado a nuestro grupo de Wageningen UR, Países Bajos, a investigar estrategias para mejorar su establecimiento y ampliar su uso en estos cultivos. En crisantemo, descubrimos que las especies de Orius reducen eficazmente los daños causados por el minador de las hojas y funcionan de forma aditiva con el parasitoide Diglyphus isaeae. Asimismo, observamos que la utilización de alimento suplementario mejoró su establecimiento a largo plazo, manteniendo poblaciones elevadas y controlando los trips a lo largo de múltiples ciclos de cultivo. En gerbera, O. majusculus y O. minutus lograron un mejor control de las plagas foliares, como la mosca blanca, en comparación con el utilizado habitualmente O. laevigatus, que fue más eficaz contra F. occidentalis. Por último, comprobamos que la prolongación del fotoperiodo con luz LED azul mejoró el establecimiento de Orius y su eficacia en condiciones invernales.

Las chinches del género Orius (Hemiptera: Anthocoridae) son depredadoras omnívoras generalistas que se encuentran comúnmente en diversos ecosistemas naturales y agrícolas. Se alimentan de diversas plagas, como pulgones y moscas blancas, pero destacan particularmente por su eficacia en el control de trips. Suelen colonizar espontáneamente los cultivos al aire libre y, debido a su utilidad, también se crían en masa para su liberación en programas de control biológico aumentativo (Lattin, 1999; van Lenteren, 2012). El éxito de estos depredadores radica en sus hábitos alimenticios omnívoros, ya que además de presas artrópodas también consumen recursos vegetales. Esto les permite mantenerse en el cultivo incluso durante los periodos de escasez de presas, asegurando así una presencia continua en el agroecosistema (Coll y Guershon, 2002). Esta capacidad de supervivencia y adaptación alimentaria los convierte en una herramienta versátil y eficiente en el control biológico de plagas.

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