El cultivo del caqui ha experimentado un notable crecimiento en España, especialmente en la Comunidad Valenciana. Su éxito se ha sustentado en la rentabilidad para los agricultores y en una fuerte inversión en marketing para desarrollar el mercado. Sin embargo, en los últimos años esta posición se ha visto amenazada por la variabilidad de la producción, motivada principalmente por factores climáticos y fitosanitarios. Ante un mercado que sigue demandando el producto, se hace necesaria una actualización global del cultivo, ya que los problemas a los que nos enfrentamos están interconectados: renovación de plantaciones, incorporación de nuevo material vegetal, mejora de la gestión integrada de plagas y enfermedades, y adopción de prácticas agronómicas basadas en un conocimiento más profundo de la fisiología del caqui.

El caqui ha sido un cultivo rentable y en continua expansión, convirtiéndose en un referente mundial en innovación. Pasó de ser una fruta prácticamente desconocida a consolidarse como un producto con una campaña comercial sólida y creciente, tal como ya anticipaban Llácer y Badenes (2002), tendencia que se ha mantenido en las últimas décadas (Badenes y col., 2022).

En las campañas recientes, sin embargo, se ha observado una ralentización de nuevas plantaciones e incluso el arranque de parcelas. Los episodios climáticos extremos y la aparición de plagas de difícil control han limitado la producción y aumentado la incertidumbre del agricultor.

Pese a ello, el caqui sigue gozando de una excelente aceptación entre los consumidores y mantiene un mercado consolidado gracias al esfuerzo conjunto del sector productor y las campañas de promoción. Por tanto, los esfuerzos deben centrarse en la mejora de la producción, para hacer frente a los desafíos actuales.

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