La cochinilla verde (Pulvinaria psidii Maskell), un insecto exótico originario de regiones tropicales y subtropicales, se ha consolidado como una plaga urbana de creciente preocupación en la ciudad de Valencia. Investigadoras del Instituto Agroforestal Mediterráneo y del Departamento de Ecosistemas Agroforestales de la Universitat Politècnica de València (UPV) han documentado en un reciente estudio publicado en Phytoma la expansión de esta especie y su establecimiento en nuevos hospedadores ornamentales, con niveles de infestación que comprometen la sanidad del arbolado urbano.

Este cóccido, altamente polífago, es capaz de alimentarse de más de 230 especies de plantas pertenecientes a setenta familias botánicas. En España se detectó inicialmente en cultivos tropicales, como el mango y el litchi, así como en ficus ornamentales, pero su presencia en el arbolado urbano de Valencia se remonta a 2018, cuando fue observada por primera vez sobre Melia azedarach L. (cinamomo), una especie ampliamente plantada en calles y jardines de la ciudad.

Aunque los primeros ejemplares se registraron hace más de un lustro, la gestión fitosanitaria de la cochinilla no comenzó hasta 2021, momento en que se empezaron a detectar daños visibles por la melaza que excreta el insecto. Desde entonces, las investigadoras de la UPV han desarrollado un seguimiento sistemático de su dispersión, evolución fenológica y respuesta a los tratamientos disponibles.

Las prospecciones realizadas entre 2021 y 2023 en quince distritos municipales de Valencia evidencian un avance sostenido de la plaga. En 2021, P. psidii estaba presente en doce distritos, con un nivel medio de infestación de 0,7 sobre 3. Tan solo dos años después, la cochinilla se había extendido a trece distritos y el nivel medio de infestación había aumentado hasta 1,25. Los distritos del centro urbano registraron los mayores niveles de afectación.

El estudio destaca además una mayor incidencia en el arbolado viario respecto al situado en jardines: en 2023, los ejemplares de melia en alineaciones alcanzaron un nivel medio de infestación de 1,3, frente a 1,1 en zonas ajardinadas. Este patrón sugiere que las condiciones del entorno urbano, la exposición y el mantenimiento pueden favorecer la proliferación del insecto en las calles.

Pulvinaria psidii se expande a nuevas especies ornamentales y complica su control en el arbolado urbano

El seguimiento fenológico iniciado en 2021 ha permitido identificar tres generaciones anuales de P. psidii en Melia azedarach, con picos de primer estadio ninfal (N1) en febrero, junio y octubre. Estos momentos, según los investigadores, marcan las fases más adecuadas para la aplicación de tratamientos insecticidas. Sin embargo, los resultados obtenidos con la única materia activa actualmente autorizada para su uso en parques y jardines —acetamiprid al 20% mediante inyección al tronco (endoterapia)— han mostrado una eficacia muy limitada. A pesar de ajustar las aplicaciones a los momentos de máxima presencia de ninfas, la reducción de la plaga ha sido mínima, lo que agrava la situación de control y mantenimiento del arbolado urbano.

Hasta 2024, la cochinilla se había detectado únicamente en melias. Sin embargo, este año se ha confirmado su presencia también en morera (Morus alba) y en tres especies de ficus —Ficus microcarpa, F. craterostoma y F. rubiginosa—, todas ellas comunes en el arbolado urbano de Valencia. El nivel de infestación observado en noviembre alcanzó el máximo de la escala (nivel 3), con la práctica totalidad de ramas y hojas cubiertas de insectos. Con esta ampliación de hospedadores, la plaga afecta ahora a cinco especies que representan aproximadamente el 11% del arbolado urbano municipal, lo que incrementa el riesgo de dispersión y el impacto visual y sanitario en la ciudad.

La alimentación de P. psidii sobre el floema provoca un debilitamiento progresivo del árbol, acompañado de una abundante secreción de melaza que deprecia su valor ornamental y genera molestias a la ciudadanía al ensuciar aceras, vehículos y mobiliario urbano. Además, la escasa presencia de enemigos naturales en las áreas verdes urbanas limita el control biológico espontáneo.

Ante esta situación, se han iniciado ensayos de control biológico con el depredador Cryptolaemus montrouzieri, pero las autoras de este trabajo, Eugènia Rodrigo, Pilar Xamaní y Cynthia Rivera-Seclén, advierten de que serán necesarias pruebas adicionales y la incorporación de nuevas materias activas compatibles con los depredadores para lograr una estrategia de manejo sostenible. En agricultura, productos como azadiractina o aceites de parafina y naranja están autorizados frente a cochinillas de la familia Coccidae y presentan baja toxicidad para C. montrouzieri, pero no están registrados para su uso en parques y jardines, lo que limita su aplicación en el contexto urbano.

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