Los investigadores de un estudio liderado por el Instituto de Ciencias Agrarias ICA-CSIC cuestionan la eficacia de la estrategia de erradicación de Xylella fastidiosa, que obliga a arrancar todas las especies hospedantes próximas a cada árbol o planta infectada, por la capacidad de dispersión de uno de los vectores, Neophilaenus campestris. Los autores de este trabajo, premiado en el último Congreso Nacional de Entomología Aplicada, acaban de publicar un resumen en la revista Phytoma (nº 320, junio-julio 2020).

N. campestres es uno de los tres vectores europeos conocidos de Xylella fastidiosa, además de Philaenus spumarius y Philaenus italosignus. Los resultados de este estudio, en el que han participado el ICA-CSIC, la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid, el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) y el Instituto de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (ITACA) de la Universitat Politècnica de València, demuestran que esta cigarrilla es capaz de desplazarse más de 2,4 km en 35 días desde olivares hasta espacios naturales poblados de pinos. Para los investigadores, “estos resultados sugieren que habría que revisar las medidas de control basadas en arrancar de raíz plantas, infectadas o no con X. fastidiosa, en un radio de 100 m, ya que los vectores tienen una capacidad de dispersión mucho mayor”.

Este estudio también revela que los adultos de N. campestris migran a pinares en verano, que utilizan como alimento y refugio cuando se seca la vegetación herbácea de los lugares que habitan, y que el movimiento de adultos de cigarrillas desde y hacia los olivares está muy condicionado por la presencia de plantas suculentas de las que puedan alimentarse. “Estos resultados nos sugieren que los vectores de X. fastidiosa, cuando son adultos, tienen una alta capacidad de dispersión. Por tanto, para limitar la expansión de X. fastidiosa en las regiones donde esté presente debemos eliminar las posibles fuentes de inóculo, pero además controlar los vectores cuando aún son juveniles (ninfas), puesto que en esta fase tienen la movilidad muy limitada y son más vulnerables. Esto reducirá la presencia de adultos en las zonas donde se encuentre la bacteria, reduciendo el riesgo de expansión de la misma a cortas y largas distancias. Este objetivo debe desarrollarse de la forma más sostenible posible, teniendo en cuenta la ecología, biología y comportamiento de los insectos vectores. Medidas culturales como el desbroce en los meses de primavera, cuando los insectos aún son juveniles y por tanto vulnerables, son esenciales para el control de las poblaciones de vectores y limitar la expansión de las enfermedades provocadas por Xylella fastidiosa”, afirman los investigadores en el artículo publicado en Phytoma.

Las conclusiones de este estudio no coinciden con las del último dictamen científico de la EFSA sobre la evaluación del riesgo de Xylella fastidiosa en Europa, publicado en mayo del año pasado, que concluye que “la detección temprana y la aplicación rápida de medidas fitosanitarias, como la eliminación de plantas y el control de vectores, son esenciales para evitar una mayor propagación del patógeno a nuevas áreas”. Este documento, elaborado por el Panel de Sanidad Vegetal de la EFSA a instancias de la Comisión Europea, tiene en cuenta modelos epidemiológicos de la distribución del patógeno que evidencian que la mayoría de las nuevas infecciones ocurren cerca las fuentes ya infectadas, lo que justifica las medidas de erradicación, ya que supondría dar menos oportunidades al vector para que se infecte y transmita la bacteria a otras plantas. Sí incide en la importancia de implementar las medidas rápidamente, lo que resulta complicado porque las plantas infectadas pueden permanecer asintomáticas durante bastante tiempo.

Las directrices comunitarias no sólo mantienen las medidas de erradicación, sino que en su próxima actualización reducirán la superficie del área a tratar para focalizar los esfuerzos en las especies hospedantes más próximas a cada árbol o planta infectados.