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La sanidad del semillero hortícola compromete en primer lugar la productividad del mismo y posteriormente el adecuado desarrollo de los cultivos tras el trasplante.
Respecto al primer punto, debemos tener en cuenta que durante la germinación, la emergencia y el desarrollo inicial, las plántulas son especialmente susceptibles a la infección de patógenos, y ello se debe básicamente a los exudados liberados durante la germinación de las semillas que proveen al patógenos edáfico de una base nutritiva que facilita la patogénesis, y a que los tejidos jóvenes tienen una escasa constitutiva a las enfermedades.
Además, la alta densidad de plántulas y las condiciones ambientales del semillero, hace posible una elevadas incidencias de enfermedades.
Las medidas preventivas, son para muchas enfermedades la única actuación posible, como es el caso de las virosis. Así, el sustrato de cultivo, la semilla y el agua de riego han de estar exentos de fitopatógenos, en tanto que las bandejas, instalaciones y herramientas deben haber sido desinfectados adecuadamente.
Los costes unitarios adicionales por adoptar estas medidas de control sanitario en los semilleros son en realidad insignificantes.
Es fundamental la adopción de medidas culturales encaminadas a reducir la cantidad de inóculo. En este sentido es fundamental la eliminación de las hojas del suelo.
La enfermedad se caracteriza por la aparición lesiones foliares de forma más o menos circular, que normalmente quedan rodeadas de un halo verde. Las hojas afectadas toman un color amarillento y caen al suelo, provocando defoliaciones muy severas. Los frutos de los árboles afectados maduran anticipadamente y caen al suelo en unos pocos días. Los primeros síntomas de la enfermedad suelen aparecer a mediados de agosto, aumentando progresivamente en intensidad durante el mes de septiembre.
A diferencia de las hojas, no se han detectado infecciones en los frutos, por lo que se sospecha que su maduración anticipada se produce como consecuencia de una respuesta fisiológica del árbol a la infección foliar.
Las temperaturas que se dan en primavera, junto con el aumento de las horas de luz, favorecen el desarrollo de virosis en los cultivos hortícolas.
La transmisión de las principales virosis de hortalizas viene dada por las moscas blancas (Bemisia tabaci) y por los trips (Frankliniella occidentalis), insectos que actúan como vectores en todo el litoral mediterráneo peninsular del TSWV y TYLC (Virus del bronceado y de la hoja de cuchara). En la fotografía se observa un ejemplar de Frankliniella occidentalis.
Las medidas para controlar las enfermedades viróticas no resultan ser, en la mayoría de los casos, ni fáciles ni muy efectivas. Pero ayudan de manera muy significativa a disminuir los daños de éstas en las parcelas de cultivos:
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